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Pronto se cumplirá un año desde el inicio del confinamiento por la pandemia del coronavirus. Nuestra vida ha dado un giro de 360º: mascarillas, teletrabajo, confinamiento… La reducción de los contactos sociales ha tenido diversos efectos en la salud: este año apenas ha habido casos de gripes, algunos resfriados y poco más. Sin embargo, según datos de la Sociedad Española de Obesidad, los españoles hemos engordado entre 1 y 3 kilos.
Mi experiencia desde la farmacia es bastante concluyente, este año apenas hemos tenido que dispensar antigripales, y muy pocos medicamentos para aliviar los síntomas del resfriado. La ausencia de contacto social y el uso de la mascarilla ha ayudado a la reducción del virus de la gripe. Pero sí vengo observando preocupación por el aumento de peso. Algo que seguramente se hará más evidente, conforme se acerque el buen tiempo.
El confinamiento y la reducción de la vida social ha fomentado el sedentarismo. A esto hay que añadir que los hábitos alimentarios también han cambiado. Comemos más en casa y solemos buscar alimentos ricos en azúcares o en grasas para satisfacer el aburrimiento y también la ansiedad que nos provoca esta situación.
Mantener un peso adecuado es esencial para tener buena salud y encontrarnos bien, por eso es importante atajar el problema cuanto antes.
Adquirir hábitos de alimentación saludable y aumentar la práctica de ejercicio te ayudará a estar en tu peso ideal. Si consumes más calorías de las que gastas, aumentarás de peso, pero si consiguen llegar al equilibrio de consumir lo que gastas, te mantendrás bien. Hay que intentar moverse, hacer ejercicio a diario: correr, ir en bicicleta, acudir al gimnasio, hacer tablas de ejercicios en casa, caminar, salir a la montaña, etc.
La dieta tiene que ser variada y equilibrada. Las frutas y verduras deberían formar parte de todas tus comidas porque son alimentos de baja densidad calórica, ricos en vitaminas y fibra, que contribuye a la saciedad.
Hay que comer despacio, sin ansiedad, masticando cada bocado y siendo consciente de lo que comemos. Comer despacio hará que comas menos, porque te saciarás antes.
Planifica tus comidas. Si haces menús semanales tanto de comida como de cena es más fácil llevar una dieta variada y equilibrada. Prepara tus comidas con antelación, incluyendo en ella todo tipo de alimentos: frutas, verduras, legumbres, pescado, carne, huevos, cereales…
Alimentos frescos vs alimentos precocinados. Llena la cesta de la compra con alimentos frescos que tengas que cocinar tú y reduce los ultraprocesados, ricos en harinas refinadas, grasas, azúcares, y por lo tanto con más calorías.
Elige métodos de cocción sanos. Cocinar al vapor, en el horno, a la plancha te ayudará a reducir calorías y a conservar las vitaminas de los alimentos.
Reduce la sal y utiliza más especias y hierbas aromáticas. La sal en exceso puede ser perjudicial para la salud y fomentar la retención de líquidos. En cambio las especias y hierbas aromáticas conseguirán que tus platos tengan un buen sabor, sin añadir calorías e incluso con beneficios para tu organismo.
Utiliza platos más pequeños. Es un truco muy sencillo para comer menos comida. Al ser el plato más pequeño cabe menos, pero si tú lo ves lleno, no pensarás que estás comiendo menos. En la comida el componente psicológico influye mucho.
Además, puedes ayudarte con algunos complementos alimenticios que te ayudarán a luchar contra la retención de líquidos o a saciarte más. En Arbosana Farmacia puedes encontrar estos…
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