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En dermocosmética hablamos mucho de estrés oxidativo, como uno de los factores que provoca el envejecimiento de la piel, es decir, la aparición de arrugas, la pérdida de firmeza y elasticidad, etc. Pero el estrés oxidativo es mucho más. Se trata de un proceso natural del cuerpo que afecta a todos los órganos. A medida que inhalamos y exhalamos oxígeno se producen unas moléculas conocidas como radicales libres. Estos pueden dañar las células del organismo y tienen un papel fundamental en una gran variedad de enfermedades. Nuestro cuerpo es capaz de neutralizar los radicales libres de forma natural gracias a los antioxidantes. Pero conforme pasa el tiempo la capacidad de neutralizarlos es menor.
Al estrés oxidativo hay que añadir los factores ambientales como los rayos UV, la contaminación, la falta de descanso… es lo que conocemos como exposoma. Todos ellos actúan como radicales libres incrementando aún más el estrés oxidativo y por lo tanto favoreciendo el envejecimiento cutáneo.
Para protegernos de los radicales libres es importante llevar una alimentación rica en frutas y verduras, que son potentes antioxidantes. También es importante llevar un estilo de vida saludable, sin tabaco ni alcohol, realizando ejercicio moderado de forma frecuente, durmiendo al menos 7-8 horas al día, evitando el estrés y protegiéndonos el sol siempre.
Además, el uso de antioxidantes en cosmética también es esencial para ayudar a combatir los radicales libres y, por lo tanto, el estrés oxidativo. Los antioxidantes más potentes son la vitamina C, el ácido ferúlico o el resveratrol, entre otros. Aconsejamos usarlos por la mañana, como primer paso del ritual de cuidados, después de la limpieza, y en formato sérum, para que sean más efectivos.
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